Buscar este blog

domingo, 6 de mayo de 2012

Paradigmas y Modelos Educativos

Para hablar de paradigmas es necesario pasearse por la definición de este término, y para esto es puntual citar a Thomas Kuhn (1962) en su trabajo “Estructuras de las Revoluciones Científicas” el cual escribe la palabra paradigma como una línea conductora de una comunidad científica, sin embargo esta posición implica una hipótesis muy cerrada, pues consideramos que referirse a paradigma es ir más allá de una comunidad científica, puesto que éste se vincula con creencias, leyes, hipótesis, valores y técnicas que inciden en nuestra forma de actuar y en ese sentido tendremos una visión del mundo, incluso este tipo de actuación la ponemos en práctica hasta inconscientemente.

En la actualidad hablar de paradigmas educativos es toparse con un desafío entre los actores educativos que centran el aprendizaje en el docente y los que ven el aprendizaje centrado en el estudiante, por otro lado el desafío se extiende hacia la característica que se fundamenta en el modelo vertical y jerárquico o la posición horizontal que privilegia la pluralidad y la igualdad, la educación para la producción y aquella que se concibe como un triste hecho formal con limitaciones que rayan sólo en lo académico y de allí no se avanza.

Estas características evidencian la conducta de quienes actúan en el proceso de aprendizaje y obviamente estas actitudes se derivan de un paradigma establecido como política y que ha respondido en su debido momento, pues la necesidad y la exigencia del sistema o la sociedad así lo demandan. En consecuencia en estos tiempos es imperante la inserción o construcción de un paradigma que esté de acuerdo con las exigencias que súplica el momento histórico o el contexto educativo.

Por otro lado se entiende que los paradigmas han tenido su influencia en la educación en todos sus niveles y obviamente que el nivel universitario no ha estado distante de eso, sin embargo es importante preguntarse por qué la copiosa necesidad de implantar o de vincular la educación con un paradigma, pues el hecho que la educación obedezca a paradigmas también lleva consigo a qué genera y a qué da repuesta, por ejemplo la universidad en un momento respondía a las directrices de la teología, posteriormente jugó un papel relevante el hecho de la revolución industrial, que atendía al aprendizaje instrumentalista técnico científico, acompañados de una serie de acontecimientos que marcaron la historia con las corrientes del pensamiento, pero en la actualidad ¿cuál será el paradigma? Si todos venimos de esas escuelas que aún en estos tiempos existen instituciones que conservan estos fuertes arraigos, entonces ¿Qué es lo qué ha marcado nuestra formación? ¿Está bien, está mal? Sería interesante realizar un  análisis introspectivo tomando en cuenta estas interrogantes.

Lo que quiere decir que en el transcurrir del tiempo la educación se ha visto influenciada por el conductismo, cognitivismo, y otros enfoque como el positivismo, y además vienen emergiendo otros paradigmas que se consideran más contemporáneos como el socio cultural, constructivismo, y otros más cercanos a nuestros tiempos como el conectivismo, sin embargo es fundamental la evaluación de ellos para  determinar en que se centran y en función de eso a que responden, y que se tenga la certeza de que la fusión de ellos en nuestras actitudes como docentes e incluso en la estructura organizativa de la universidad dará paso a un paradigma ecléctico y no uno en exclusivo, puesto que no se puede dejar de un lado las deliberaciones científicas, espirituales y socio-afectivas, pues es en torno a estos elementos que deben caminar los actores del proceso educativo, en la búsqueda de una universidad que sin dejar de  un  lado la calidad educativa ponga pie firme a las problemáticas de su entorno, convirtiéndose en una representación dinámica, productiva y generadora de cambios significativos en las comunidades principalmente en el radio de acción de la institución.

                                              Freddy Valderrey

Cultura Universitaria


Hablar de la cultura universitaria es referirse a tópicos ligados a la transformación universitaria, pues pasa por repensar la actuación de quienes hacen vida en estos escenarios, es decir, que se deben realizar esfuerzos para establecer la voluntad al diálogo abierto, lo que implica que el debate de transformación no puede verse como una simple reunión más, sino como un ambiente para la reflexión y la construcción de propuestas que se reflejen en el comportamiento de los protagonistas de la educación universitaria, quienes deben sentir la universidad como una fuerza de impacto social y que se muestre como una alternativa para ser mejores personas, más humanas, que enfrenten la exclusión y que se convierta en una avalancha que estalle en una cultura política distinta, que arranque de raíz los comportamientos estériles que castran el dinamismo que en esencia debe prevalecer en las universidades con una sinergia que contagie y se vea ilustrada en la construcción, producción intelectual, la investigación, la innovación tecnológica, la calidad educativa, la vinculación comunitaria, la valoración social y humana entre otros elementos que definen o describen a la universidad en un contexto real.

Por otro lado, la cultura universitaria está estrechamente relacionada con la actitud, ante los problemas, ante las limitaciones, visión curricular, asuntos gremiales, en fin, actitudes que convergen en la voluntad del crecimiento profesional y la capacidad de hacer de estos un elemento funcional y no un simple recurso bibliográfico, además, la actitud debe potenciar la creación propia del conocimiento, pues ya basta de los préstamos intelectuales sin fijarnos en nuestras propias capacidades cognitivas.

Ahora bien, para lograr la transformación universitaria el docente debe tener una corresponsabilidad frente a esta asumiéndola desde una postura humanista, social, integral, participativa, responsable, puntual y sobre todo capaz de construir sus propios contenidos curriculares y así crearle al estudiante esa cultura de participación e investigación para la construcción del conocimiento.

De igual forma este dinamismo debe extenderse hasta las autoridades que dirigen la educación universitaria, con esto no queremos manifestar un pensamiento colonizado o dependiente, sino proponer un equipo que simbolice una representación que marque el norte de la educación universitaria que coordine y vele por el funcionamiento pleno de las universidades y que sobre todo cree alternativas que garanticen espacios para la creación y la práctica y funcionalidad del conocimiento, así como la vinculación sincera de la universidad y las comunidades.

Sin duda que estas prácticas de formación docente que se han asumido con este nuevo modelo de ingreso y egreso de los docentes en los IUTs y CUs responde a ese compromiso de las autoridades que garantizan un cambio de actitud de los representantes de la educación universitaria, también la activación de los Programas  Nacionales de Formación, el surgimiento de las Universidades Politécnicas Territoriales, entre otros que obviamente han manifestado una actitud distinta al marasmo y la pasividad o el conformismo que ha caracterizado durante mucho tiempo las casas de estudios universitario. Estos eventos simbolizan una actitud dinámica que debe persistir en las universidades venezolanas, pues ésta garantiza que los docentes se sumen al grupo estudiantil para que sinceramente construyamos, innovemos y nos aboquemos a las comunidades.


                                              Freddy Valderrey