Para
hablar de paradigmas es necesario pasearse por la definición de este término, y
para esto es puntual citar a Thomas Kuhn (1962) en su trabajo “Estructuras de
las Revoluciones Científicas” el cual escribe la palabra paradigma como una
línea conductora de una comunidad científica, sin embargo esta posición implica
una hipótesis muy cerrada, pues consideramos que referirse a paradigma es ir
más allá de una comunidad científica, puesto que éste se vincula con creencias,
leyes, hipótesis, valores y técnicas que inciden en nuestra forma de actuar y
en ese sentido tendremos una visión del mundo, incluso este tipo de actuación
la ponemos en práctica hasta inconscientemente.
En
la actualidad hablar de paradigmas educativos es toparse con un desafío entre
los actores educativos que centran el aprendizaje en el docente y los que ven
el aprendizaje centrado en el estudiante, por otro lado el desafío se extiende
hacia la característica que se fundamenta en el modelo vertical y jerárquico o
la posición horizontal que privilegia la pluralidad y la igualdad, la educación
para la producción y aquella que se concibe como un triste hecho formal con
limitaciones que rayan sólo en lo académico y de allí no se avanza.
Estas
características evidencian la conducta de quienes actúan en el proceso de
aprendizaje y obviamente estas actitudes se derivan de un paradigma establecido
como política y que ha respondido en su debido momento, pues la necesidad y la
exigencia del sistema o la sociedad así lo demandan. En consecuencia en estos
tiempos es imperante la inserción o construcción de un paradigma que esté de
acuerdo con las exigencias que súplica el momento histórico o el contexto
educativo.
Por
otro lado se entiende que los paradigmas han tenido su influencia en la
educación en todos sus niveles y obviamente que el nivel universitario no ha
estado distante de eso, sin embargo es importante preguntarse por qué la
copiosa necesidad de implantar o de vincular la educación con un paradigma,
pues el hecho que la educación obedezca a paradigmas también lleva consigo a
qué genera y a qué da repuesta, por ejemplo la universidad en un momento
respondía a las directrices de la teología, posteriormente jugó un papel
relevante el hecho de la revolución industrial, que atendía al aprendizaje
instrumentalista técnico científico, acompañados de una serie de
acontecimientos que marcaron la historia con las corrientes del pensamiento,
pero en la actualidad ¿cuál será el paradigma? Si todos venimos de esas
escuelas que aún en estos tiempos existen instituciones que conservan estos fuertes
arraigos, entonces ¿Qué es lo qué ha marcado nuestra formación? ¿Está bien,
está mal? Sería interesante realizar un
análisis introspectivo tomando en cuenta estas interrogantes.
Lo
que quiere decir que en el transcurrir del tiempo la educación se ha visto influenciada
por el conductismo, cognitivismo, y otros enfoque como el positivismo, y además
vienen emergiendo otros paradigmas que se consideran más contemporáneos como el
socio cultural, constructivismo, y otros más cercanos a nuestros tiempos como
el conectivismo, sin embargo es fundamental la evaluación de ellos para determinar en que se centran y en función de
eso a que responden, y que se tenga la certeza de que la fusión de ellos en
nuestras actitudes como docentes e incluso en la estructura organizativa de la
universidad dará paso a un paradigma ecléctico y no uno en exclusivo, puesto
que no se puede dejar de un lado las deliberaciones científicas, espirituales y
socio-afectivas, pues es en torno a estos elementos que deben caminar los
actores del proceso educativo, en la búsqueda de una universidad que sin dejar
de un
lado la calidad educativa ponga pie firme a las problemáticas de su
entorno, convirtiéndose en una representación dinámica, productiva y generadora
de cambios significativos en las comunidades principalmente en el radio de
acción de la institución.
Freddy Valderrey
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