Hablar de la cultura
universitaria es referirse a tópicos ligados a la transformación universitaria,
pues pasa por repensar la actuación de quienes hacen vida en estos escenarios,
es decir, que se deben realizar esfuerzos para establecer la voluntad al
diálogo abierto, lo que implica que el debate de transformación no puede verse
como una simple reunión más, sino como un ambiente para la reflexión y la
construcción de propuestas que se reflejen en el comportamiento de los
protagonistas de la educación universitaria, quienes deben sentir la
universidad como una fuerza de impacto social y que se muestre como una
alternativa para ser mejores personas, más humanas, que enfrenten la exclusión
y que se convierta en una avalancha que estalle en una cultura política
distinta, que arranque de raíz los comportamientos estériles que castran el
dinamismo que en esencia debe prevalecer en las universidades con una sinergia
que contagie y se vea ilustrada en la construcción, producción intelectual, la
investigación, la innovación tecnológica, la calidad educativa, la vinculación
comunitaria, la valoración social y humana entre otros elementos que definen o
describen a la universidad en un contexto real.
Por otro lado, la cultura
universitaria está estrechamente relacionada con la actitud, ante los
problemas, ante las limitaciones, visión curricular, asuntos gremiales, en fin,
actitudes que convergen en la voluntad del crecimiento profesional y la
capacidad de hacer de estos un elemento funcional y no un simple recurso
bibliográfico, además, la actitud debe potenciar la creación propia del
conocimiento, pues ya basta de los préstamos intelectuales sin fijarnos en
nuestras propias capacidades cognitivas.
Ahora bien, para lograr la
transformación universitaria el docente debe tener una corresponsabilidad
frente a esta asumiéndola desde una postura humanista, social, integral,
participativa, responsable, puntual y sobre todo capaz de construir sus propios
contenidos curriculares y así crearle al estudiante esa cultura de
participación e investigación para la construcción del conocimiento.
De igual forma este dinamismo
debe extenderse hasta las autoridades que dirigen la educación universitaria,
con esto no queremos manifestar un pensamiento colonizado o dependiente, sino proponer
un equipo que simbolice una representación que marque el norte de la educación
universitaria que coordine y vele por el funcionamiento pleno de las
universidades y que sobre todo cree alternativas que garanticen espacios para
la creación y la práctica y funcionalidad del conocimiento, así como la
vinculación sincera de la universidad y las comunidades.
Sin duda que estas prácticas de
formación docente que se han asumido con este nuevo modelo de ingreso y egreso
de los docentes en los IUTs y CUs responde a ese compromiso de las autoridades que
garantizan un cambio de actitud de los representantes de la educación
universitaria, también la activación de los Programas Nacionales de Formación, el surgimiento de
las Universidades Politécnicas Territoriales, entre otros que obviamente han manifestado
una actitud distinta al marasmo y la pasividad o el conformismo que ha
caracterizado durante mucho tiempo las casas de estudios universitario. Estos
eventos simbolizan una actitud dinámica que debe persistir en las universidades
venezolanas, pues ésta garantiza que los docentes se sumen al grupo estudiantil
para que sinceramente construyamos, innovemos y nos aboquemos a las
comunidades.
Freddy Valderrey
No hay comentarios:
Publicar un comentario